El 5 de julio participé en la 21ª Vuelta al Concejo de Gijón en BTT (bicicleta de montaña). Se trata de un evento que reúne a 250 ciclistas aficionados para realizar una ruta por todo el Concejo. No se trata de una carrera, si no de una salida con varias neutralizaciones, puntos de avituallamiento, desayuno y comida. Está organizada por la Peña BTT Pelayo, que además nos ha cedido varias de las fotos del artículo.
En esta edición la ruta constaba de 76 kilómetros con el mismo punto de origen y llegada, el Complejo Deportivo de Las Mestas. El desnivel acumulado sería de 2.200 metros y la cumbre más alta, Paragüezos, con 550 metros sobre el nivel del mar. La complejidad de la etapa era principalmente los fuertes desniveles (hasta el 25%) de los caminos por los que pasaba.
Cabe destacar que tuvimos un día de sol impresionante, lo que hizo que pudiésemos disfrutar de unas vistas espectaculares de Gijón y de los valles y montañas circundantes. A la vez fue también un duro compañero ya que pedalear tantas horas a casi 30ºC se hacía especialmente duro.
Yo llevaba una pequeña mochila con otro bidón de bebida y 4 geles energéticos que esperaba me ayudasen en las duras subidas que nos esperaban a lo largo del día.
La salida se celebró a las 9:00, aunque estábamos citados a las 8:30 para el control de firmas. Recorrimos los primeros kilómetros por las calles de la ciudad para dirigirnos a la primera subida de la jornada: el monte de La Providencia. De allí bajamos por los primeros caminos de tierra y piedra hacia la Playa de La Ñora para volver a subir por un terreno muy difícil hasta la primera parada de neutralización en el Golf La Llorea. En diversos puntos de la subida había mucho barro y piedras, por lo que muchos de los ciclistas tuvimos que bajarnos de la bici y pasar por las zonas más complicadas a pie.
Tras un breve descanso que sirvió para reunir de nuevo a los 250 participantes y hacer las primeras reparaciones (ya había varios pinchazos), nos dirigimos por varios caminos y caleyas hasta el Monte Deva para hacer cumbre en La Arquera. Allí comenzaba el primer descenso divertido del día, con una pendiente interesante y velocidades de 50 a 60 km/h. Pero era solo un breve descanso rumbo a Rioseco y a la subida más dura del día, que sería el Monte Fario, muy cerca del Pico de los Cuatro Jueces, el punto más alto del Concejo de Gijón.
Las rampas eran durísimas de hormigón y tierra que te obligaban a ir sentado en la bici haciendo la mayor parte de la fuerza con «los riñones», como se suele decir (la parte más baja de la espalda). Era difícil mantener el equilibrio ya que las velocidades eran de apenas 4 km/h y el terreno muy irregular y resbaladizo. Una vez arriba, y tras una breve bajada, tocaba subir de nuevo hasta Paragüezos, a 550 metros del nivel del mar, el punto más alto de la jornada y donde haríamos una parada para el desayuno. Tocaba recuperar fuerzas con dos barritas energéticas, agua y una bebida isotónica.
Eran ya las 12:30 cuando volvimos a emprender la ruta bajando por una complicada trialera con mucha piedra y grava en la que había que poner especial cuidado. La segunda parte del descenso fue ya por carretera hacia el Barrio de Tarna (Baldornón). Se trataba solo de un breve descanso rumbo a la siguiente cota del día, el Monte Lavandera, pasando antes por Quintana. La subida era durísima con rampas de hormigón que se hacían eternas y horquillas de 180 grados qe parecían paredes. Las vistas durante la subida al valle eran dignas de pararse a hacer una foto, ¡pero a ver quién seguía subiendo después!
Tras coronar, pasamos al otro lado de la montaña, donde ya se podía ver Gijón a lo lejos, aunque quedaba todavía la mitad del camino por recorrer. Seguimos hasta el Pico San Martín para hacer una larga bajada pasando por La Madera. Una parte era de tierra y grava que se podía bajar muy bien ya que íbamos bastante separados, y la otra de carretera que parecía una autopista. En este punto alcancé los 74 km/h de velocidad máxima.
Con las piernas un poco más sueltas llegó la subida más dura que quedaba, Cuatro Vientos. Nos acercábamos cada vez más hasta Peñaferruz, que era el punto donde íbamos a comer. En una amplia explanada dejamos las bicis para disfrutar tumbados al sol de empanada, un sandwich, fruta, una barrita y mucha mucha mucha agua. En realidad a lo largo de toda la etapa un coche de la organización paraba de vez en cuando para darnos agua y rellenar los bidones.
Salimos sobre las 15:30 rumbo a Veranes para bajar hasta el Embalse de San Andrés de los Tacones y pasar por debajo de la Y (la autopista que conecta Gijón, Oviedo y Avilés). De allí nos dirigíamos hacia el Monte Areo, la última subida de la jornada. No era ni mucho menos la más dura, pero con algo más de 60 kilómetros en las piernas, la dureza se multiplicaba notablemente. De hecho la mayoría íbamos a un ritmo mucho más bajo, charlando y disfrutando de los bonitos caminos por los que íbamos.
Llegar a la cima del Areo fue una de las mejores sensaciones del día al ver que ya estábamos muy cerca de Gijón y no había que hacer más esfuerzos. Desde allí bajamos, también a gran velocidad porque era buena carretera, hasta Veriña donde había la última neutralización del día donde se nos veía a todos muy contentos tras saber que lograríamos llegar al final. Unos minutos de descanso, un poco más de agua y seguimos.
Eran aproximadamente las 18 horas y comenzamos a recorrer los últimos 6 kilómetros por las calles de Gijón, desde Tremañes hacia la Playa de Poniente y luego por la Plaza Mayor hasta la Playa de San Lorenzo. Fuimos por todo el paseo hasta cruzar a la Carretera de Villaviciosa para llegar de nuevo hasta el Complejo Deportivo de Las Mestas. Era bastante llamativo para los viandantes ver pasar a tantos ciclistas juntos (la ruta estaba cortada por la Policía) a una velocidad bastante más baja que la de los ciclistas profesionales cuando llegan en el final de etapa.
Y con estas llegamos hasta el punto final del recorrido tras 76 kilómetros, 2.200 metros de desnivel acumulado en las piernas, mucho esfuerzo, momentos de risas y camaradería y muchas cosas para recordar.
La experiencia
Os puedo asegurar que sin duda ha sido probablemente la experiencia (física) más dura que he vivido. Creo que solo se podría comparar con la dureza de la subida al Anglirú, aunque es muy diferente ya que en una son 12 kilómetros de extrema dureza y la otra son 76 más suaves. En alguno de los puntos sufrí algún pequeño tirón y tuve que hacer descansos porque los desniveles eran enormes de hasta el 25%. Además tampoco tuve mucho tiempo para prepararla.
En varios momento del día sentí que no podría acabar la etapa, entre otras cosas por las altas temperaturas y el constante sol que nos acompañaba que aumentaba considerablemente la dureza. No veáis cómo se agradecían lo pequeños momentos de nubes o sombra entre árboles.
Conseguí el objetivo de llegar hasta el final, con mucho esfuerzo y cansancio, pero también con mucha suerte ya que no tuve ningún problema mecánico. Los pinchazos (y alguna rotura de cadena) fueron compañeros de viaje de muchos de los ciclistas.
La próxima jornada de bici será el 7 de Septiembre en Los Lagos de Covadonga (Asturias). Iré con unos amigos a subir este puerto de montaña para ver la llegada de la etapa de la Vuelta Ciclista a España. Será mucho menos intenso, pero es una bonita experiencia subir previamente las subidas de final de etapa porque hay muchísima gente a lo largo del camino haciendo la misma ruta.
Peña BTT Pelayo
Solo me queda agradecer a la Peña BTT Pelayo la buena organización y coordinación de la 21ª Vuelta al Concejo de Gijón en BTT. Además del coche de apoyo también iban varios guías en bici para ayudar a los 250 participantes.
Agradecimiento también por el material y las fotos que nos han pasado para compartir con vosotros. Esperamos volver a vernos el año que viene en la 22ª edición.