Los últimos días de enero han caracterizado en todo el norte de España por el frío y la lluvia o nieve. A mi personalmente me encanta la nieve, tanto por las maravillosas estampas y paisajes que deja a su paso, como por la posibilidad de practicar snowboard, un deporte al que me he ido aficionando.
Asturias ofrece diversos parajes naturales impresionantes a lo largo de los Picos de Europa para poder ver montañas nevadas, pero sin duda uno de los más relevantes (también por su historia) son los Lagos de Covadonga. Estos dos pequeños lagos, el Enol y el Ercina, tienen origen glacial y están ubicados en el macizo occidental de la Cordillera Cantábrica. Existe también un tercer lago, el Bricial, pero solo tiene agua después del deshielo.
Debido a la afluencia masiva de turistas por el verano, Los Lagos tienen el acceso limitado, pero por el invierno y temporada baja y media no hay problemas para subir. El único problema que te puedes encontrar, como nos encontramos nosotros, es la propia nieve. Habitualmente las quitanieves hacen un buen trabajo dejando un camino más que suficiente para poder subir, pero a veces los propios turistas que dejan aparcados los coches en las curvas y complican mucho el tráfico en ciertos tramos.
Dejamos atrás el Santuario de Covadonga para recorrer los 12 kilómetros de subida (que en septiembre habíamos subido en bici para ver el final de etapa de la Vuelta Ciclista a España) hasta los Lagos. En el Real Sitio no suele nevar nunca, ya que está apenas a 400 metros sobre el nivel del mar. Los Lagos en cambio están a casi 1.200 metros de altitud, por lo que desde mitad de la subida ya se pueden contemplar las laderas nevadas.
Una vez arriba, con algunos problemas de tráfico para subir, pudimos disfrutar de una imagen única: el lago Enol congelado. Es la tercera vez que subo a ver la nieve hasta aquí, pero nunca me había encontrado ninguno de los lagos helados. La verdad es que impresiona y da una imagen clara de las duras condiciones que debe haber para que esa gran masa de agua se congele.
Aparcamos el coche en el pequeño parking que hay allí ya que la carretera que sigue hacia el Ercina estaba completamente impracticable. Al principio se veía un poco de hielo y nieve, pero a los pocos metros ya había más de 1 metro de nieve acumulada.
Nos encontramos a todo tipo de gente disfrutando de la estampa invernal. Había parejas, grupos de amigos, familias y también otros más deportistas que iban bien equipados con raquetas de nieve y palos para acceder a las zonas más complicadas. El trayecto con raquetas de nieve tenía que ser duro, ya que todo son laderas inclinadas, pero me imagino que tras el esfuerzo se subir caminando al siguiente lago, la vista de la cordillera que hay detrás completamente nevada tiene que ser algo más impresionante aun de cuando la vi el año pasado con menos nieve.
Estuvimos allí más más de una hora tranquilamente disfrutando del silencio y del blanco paisaje, un rato de desconexión perfecto.
La bajada fue mucho más sencilla, ya que era la hora de comer y muchos turistas ya se habían ido. El viaje en realidad no terminó ahí, ya que puesto que íbamos a pasar por el Alto de Ortiguero, aprovechamos para comer uno de los menús del Restaurante Soberan, pero esa historia de fabada, cabrito y carrilleras os la contaré otro día.
Galería de fotos
¡Qué bonito paisaje!
Tengo muchísimas ganas de volver a Los Lagos, que soy asturiana y me quedé con la típica excursión cuando eres pequeña (¡muy mal!).
Un placer saludaros. Creo que sois amigos de mi amiga de Pola de Siero Isabel.
¡Nos vemos en Plasencia!
Un abrazo,
Irene
Muchas gracias!!! Efectivamente tenemos esa amiga en común :) Nos vemos en Plasencia.