La última experiencia que vivimos en China antes de volver a casa fue viajar en el tren Maglev de levitación magnética para llegar al Aeropuerto de Shanghái-Pudong (PVG) desde el centro de la ciudad.
Nos alojábamos en un hotel en la zona del Bund y decidimos hacer un viaje un poco diferente hasta el Aeropuerto. La opción más económica, unos 6 Yuanes (0,9€), es ir directamente en metro en la línea 2 (verde) que une los dos aeropuertos de la ciudad Hongqiao y Pudong, pero no es tan especial como subirte en un tren de levitación magnética (Maglev) que alcanza los 431 km/h.
La línea del Maglev tiene 30,5 kilómetros de longitud y comienza en la estación de Longyang Road. La idea inicial del proyecto era unir los dos aeropuertos con este tren, incluso extender la línea hasta Hangzhou, pero el proyecto se paró por las protestas de los ciudadanos. La velocidad media real del viaje es de 240km/h, aunque la velocidad máxima de 431 km/h se alcanza durante varios minutos del trayecto.
El precio del billete es de 50 Yuanes (unos 7€) si muestras tu billete de avión y el doble en caso de que solo vayas por placer. El viaje dura apenas 8 minutos y una vez que lo has hecho, por decir que has viajado en el Maglev y es verdad que todo pasa rapidísimo, pero no tiene mucho más aliciente. La sensación es como en cualquier otro tren de alta velocidad aunque sí que se nota la altísima velocidad «volando» sobre las vías y sobre las grandes autopistas chinas.
Una de las cosas que sorprende es mirar al interior de la cabina donde está el conductor. Son simplemente dos pequeñas pantallas con una silla y dos armarios. De hecho en la foto se puede ver que hay otra silla con la propia mochila del conductor. Parece increíble que sea algo tan sencillo:
Actualmente el Maglev es el tren más rápido con operación comercial, aunque el TVG francés ha llegado a los 600 km/h en pruebas. El problema que tiene esta tecnología es el coste de implantación, pero si no sería el medio de transporte por excelencia en traslados y viajes de media distancia. Entre los 500 y 1.000 kilómetros sería mucho más eficiente que el avión.
Conclusión: como experiencia está bien porque la sensación de velocidad es muy alta sobre los puntos de referencia del exterior, pero en realidad no es algo tan especial.