En julio de 2009 estaba pasando unas vacaciones en Lituania y aproveché 3 días para viajar a Islandia vía Copenhague con Icelandair.
Después de 3 horas de ver mucho agua, antes de aterrizar en el Aeropuerto de Internacional de Reykjavík-Keflavík (KEF), lo primero que pude ver fueron unos impresionantes glaciares del Parque Nacional Reykjanesfólkvangur:
A pesar de haber llegado a las 22:00 hora local todavía se podía ver el sol. De hecho, de los 3 días con sus 2 correspondientes noches puedo decir que nunca fue de noche, siempre había luz del sol. Esto se debe a la inclinación de la Tierra en verano y situación tan al norte; es decir, a la gran latitud que tiene (64º de un máximo de 90º con respecto al Ecuador).
En Islandia hay muchas cosas que ver, pero casi todas tienen que ver con la naturaleza o con actividades para las que tienes que alquilar el material o los desplazamientos. Todo está pensado y puedes encontrar equipos y viajes para todo tipo de turismo. Puesto que en realidad solo tenía 2 días completos, decidí que el primero haría la típica excursión a Gullni Hringurinn, el Círculo Dorado y el segundo lo dedicaría a conocer Reykjavík.
El viaje al Círculo Dorado es una de las rutas más habituales entre los turistas y consiste en un viaje de unos 300 kilómetros a través del Parque Nacional Þingvellir para llegar a ver la catarata Gullfoss y los más que famosos géiseres: Geysir y Strokkur. Viajando por el parque se pasa de la placa tectónica Euroasiática a la Norteamericana. Islandia está entre las dos, con el consiguiente riesgo sismológico que conlleva. También se visita el lago Þingvallavatn, uno de los más grandes de la isla. El precio del viaje fueron 9.000 coronas islandesas, unos 57€ al cambio y no incluye la comida. Te recogen en el hotel sobre las 9:00 de la mañana y la vuelta es sobre las 18:00 al mismo punto de partida.
Me había alojado en el Hotel Cabin, que aunque no tenía una perfecta situación, la relación calidad/precio era buena. De hecho los hoteles más grandes estaban en la periferia de la capital, ya que en el centro eran todo casas más pequeñas y tradicionales. De todas formas Reykjavík es una ciudad pequeña de 120.000 habitantes (de los 200.000 del país) y todo está muy cerca.
La ciudad es bonita para pasear, pero no destaca por nada en especial. Todo es bastante pequeños, desde las plazas y parques al Parlamento o la Catedral, que como me suele pasar en los viajes, estaba tapada por obras. A pesar de ser verano y hacer sol, la temperatura no era elevada, solo 18ºC a medio día. Llama la atención la cantidad de colores que tienen las casas, especialmente las de madera, y lo picudos o angulosos de sus tejados, una combinación muy curiosa y llamativa.
De todas formas, no sé si valió la pena invertir un día entero para ver Reykjavík. Lo más bonito de Islandia es su naturaleza y me habría gustado más hacer una ruta de 4×4, por ejemplo, especialmente después de ver las impresionantes ruedas que llevaban los coches y todoterrenos o una vista a un glaciar. Tiene que ser muy divertido conducir una de esas máquinas sobre la nieve islandesa o los campos de lava volcánica.
Otro de los lugares típicos que no pude visitar/disfrutar fue Blue Lagoon, un balneario en torno a una gran laguna geotermal a medio camino entre el Aeropuerto Keflavík y la capital. El agua se mantiene cálida todo el año gracias a una planta de energía geotermal cercana. De hecho deber ser increíble poder bañarte en agua cálida rodeado de nieve.
Pero esto quedará para una próxima visita. Me gustaría combinar la aventura y alguna actividad de nieve, como ir a un glaciar, con una visita relajante al Blue Lagoon, así que tendrá que ser en otra época.
Más información | Mi ruta por el Círculo Dorado, Gullni Hringurinn.
Más información | Paseo por Reykjavík