El último día de mi viaje a Islandia lo dediqué a pasear y conocer la capital, Reykjavík (Reikiavik). Es una ciudad de 120.000 habitantes, el 60% de los 200.000 que tiene Islandia. Es la capital más septentrional, situada más al norte, y está cerca del Círculo Polar Ártico.
La ventaja de ser una ciudad relativamente pequeña es que puedes visitarla entera en menos de un día. A su vez es también algo negativo, ya que comparada con otras capitales nórdicas, sus edificios y arquitectura no son tan espectaculares, aunque se explica por su difícil situación.
Reykjavík es una ciudad que se puede visitar a pie en menos de un día. Los edificios consistoriales son pequeños pero con una bonita arquitectura. Las iglesias con torres puntiagudas son muy llamativas.
Lo que más destaca son sus coloridas casas con tejados muy puntiagudos, para evitar que se acumule la nieve en los largos y duros inviernos. Mi viaje fue en verano y puedo decir que a pesar de los despejados días de sol que pude disfrutar, la temperatura apenas subía de los 18ºC a mediodía. Además no había noche, a medianoche seguía habiendo luz. Me imagino que por el invierno la situación tiene que ser la contraria y las horas de luz serán muy escasas.
La primera parada fue para visitar Hallgrímskirkja, la iglesia de Hallgrímur, de rito luterano. La peculiar torre tiene 74,5 metros de altura (el segundo edificio más alto del país), aunque no la pude ver porque estaba en obras a pesar de haber sido terminada apenas en 1986. No es catedral, pero sí la iglesia más llamativa de la isla:
Otro detalle llamativo es que en muchas casas se podían ver garajes para dos coches: un utilitario y un todoterreno con ruedas de invierno. Pero cuando hablo de ruedas de nieve no me refiero solo al neumático con estrías, si no a esto:
La primera parada de la ruta fue en Stjórnarráðið, el edificio del Consejo de Ministros de Islandia. Como se trata de un pequeño país, el número de representantes políticos es reducido, por lo que no necesitan un gran edificio:
Lo mismo pasa con el Parlamento Islandés, Alþingi o Althingi, que cuenta con solo 63 parlamentarios. El edificio y el parque Austurvöllur se hicieron bastante famosos en toda Europa después de las importantes manifestaciones debido a la crisis económica del 2008 y 2009 por el colapso bancario. Se tuvieron que nacionalizar la mayor parte e los bancos islandeses y la presión social hizo que el Gobierno tuviese que dimitir.
En la Casa de la Cultura, conocida también como el Centro Nacional del Patrimonio Cultural, está el Museo Nacional de Islandia:
Otra bonita iglesia es la Fríkirkjan í Reykjavík, traducido como Iglesia Libre de Reykjavík, aunque a pesar de su nombre no se libró de las disputas luteranas de la historia de Islandia. El 80% de la población del país pertenecen al luteranismo:
Está situada a la orilla del lago Tjörnin en el centro de la ciudad. Justo en frente se puede ver el edificio post-moderno del Ayuntamiento (Ráðhús Reykjavíkur), construido en 1992 y que no pega para nada con las tradicionales casas que hay por toda la ciudad:
El paseo a lo largo del lago es bonito y, puesto que era verano, muy agradable al calorcito. Además había muchos niños jugando y lanzando migas de pan a los patos:
Como habéis podido ver, se trata de una ciudad bonita y muy colorida, a pesar de su duro clima. También se puede ver que su arquitectura es muy tradicional, aunque lo mezclan también con obras de arte modernas y todos los nuevos edificios que rodean al centro ya tienen cierta altura y una estética más futurista. Esta es una escultura que evoca a un barco vikingo en el paseo que va entre el puerto pesquero y la zona portuaria de carga:
Reykjavík o Reikiavik ha sido una ciudad que me ha gustado, pero me ha sabido a poco. A toro pasado puede que le hubiese dedicado menos tiempo, quizá solo medio día y hubiese aprovechado ese tiempo en hacer alguna excursión más. Espero poder volver a Islandia, pero en invierno, y ver lo que rinden esos enormes neumáticos de todoterreno que llevan los islandeses.